Jue. Nov 30th, 2023

PAGDe todos los retos –logísticos, de seguridad, geopolíticos, medioambientales…– que deben afrontar los organizadores de los Juegos Olímpicos y Paralímpicos de París incluso antes de la ceremonia inaugural prevista para el 26 de julio de 2024, uno parece especialmente manejable y decisivo: el de hacerlo un gran éxito popular. El comité organizador (Cojop) también lo ha hecho uno de los estribillos de su comunicación: mientras la capital francesa no acoge los Juegos desde hace cien años, París 2024 debe ser un acontecimiento » popular « Y » accesible para todos «.

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Respecto a este objetivo central, los primeros ecos en torno a la venta de entradas para las competiciones parecen preocupantes. Precios prohibitivos, deportistas frustrados, malentendidos ligados a la rigidez de las fórmulas ofrecidas: el presidente de Cojop, Tony Estanguet, un apuesto asegurador que “decenas de miles de personas están encantadas”, el descontento público amenaza, incluso cuando las operaciones de venta apenas comienzan. De hecho, cerca de 3 millones de personas se han inscrito en el sorteo de una primera fase, abierta del 15 de febrero al 15 de marzo, durante la cual se ponen a la venta 3 millones de entradas, de un total de 10 millones.

Evita los estadios vacíos

Las penas de los afortunados beneficiarios del sorteo se relacionan en primer lugar con la limitada oferta que se les ofrece, ya que, dos semanas después de la apertura de las taquillas, una quincena de deportes ya no estaban disponibles. Están dirigidos principalmente al sistema de “packs” que obliga a comprar al menos tres entradas y pagar el mismo número de entradas para cada deporte seleccionado.

Para una familia, la factura puede alcanzar varios miles de euros, lo que lleva a muchas personas a desistir. Una comparación de los aranceles aplicados durante los Juegos Olímpicos (GO) anteriores con el de París 2024 muestra que este último se encuentra entre los más altos.

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Ningún sistema de distribución de boletos es ideal. El sorteo tiene el mérito de eliminar las desigualdades vinculadas al acceso a Internet y la saturación del sistema de reservas. En cuanto a los “packs”, permiten repartir las ventas y evitar estadios vacíos. Los organizadores lo tienen fácil al recordar que 1 millón de entradas, o el 10% del total, se venderán a 24 euros, en todos los deportes y que el precio de la mitad de las entradas no supera los 50 euros.

Pero se olvidan de precisar que la mitad –es decir, 500.000– de estos billetes de sésamo a 24 euros no se ponen directamente a la venta porque están reservados –y por tanto financiados– por el Estado y los municipios interesados ​​para ser distribuidos en particular a jóvenes, personas con discapacidades y voluntarios que practican deporte.

Todos los contribuyentes entienden que equilibrar el presupuesto del juego presupone ingresos sólidos, en particular a través de la venta de entradas al público. Esto debe aportar un tercio de los 4.400 millones de euros del presupuesto para la organización de los Juegos Olímpicos, sujeto a la inflación. Sin embargo, aunque la mayoría de las plazas aún no se han adjudicado -a partir de mayo se venderán 7 millones de entradas individuales-, los organizadores deben explicar mejor al público su complejo sistema de venta. Sobre todo, se debe hacer todo lo posible para que el mayor número posible de espectadores, en todas las categorías de la población, tenga la oportunidad de asistir a los Juegos, donde la diversidad y la satisfacción del público son parte de los criterios para el éxito.

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