Finlandia cerrará durante al menos dos semanas toda su frontera con Rusia tras la reciente llegada de centenares de solicitantes de asilo procedentes de Oriente Próximo y el Cuerno de África. El primer ministro finlandés, el conservador Petteri Orpo, ha anunciado este martes que a partir del próximo jueves también estará clausurado el puesto fronterizo de Raja-Jooseppi, el más septentrional de los ocho que hay entre los dos países y el único que permanecía operativo. “Se trata de actividades de injerencia rusa y eso es algo que no aceptamos”, ha declarado Orpo en una rueda de prensa.
El anuncio de este martes llega menos de dos semanas después de que el Gobierno finlandés cerrase los cuatro puestos fronterizos más transitados, situados en el sur del país, tras un claro repunte de las solicitudes de asilo. Unos días más tarde, y ante el desplazamiento de los grupos de migrantes hacia el norte, se prohibieron los cruces a través de otros tres pasos. Helsinki ha acusado a Moscú desde el inicio de la crisis de facilitar y alentar la llegada a la frontera de ciudadanos de terceros países que carecen de la documentación necesaria para cruzar a la Unión Europea. El viceministro de Exteriores ruso, Alexander Grushkó, ha calificado la decisión del Gobierno finlandés de este martes como “un acto irracional”.
Orpo ha argumentado que el cierre del último puesto fronterizo, en el Ártico finlandés, es una “medida necesaria y proporcionada” y ha señalado que los servicios de inteligencia han alertado de que “las autoridades rusas” aún estaban fomentando la llegada de más solicitantes de asilo y que varios grupos se dirigían en estos momentos al norte del país. En la última semana, más de 60 migrantes han cruzado a través del paso de Raja-Jooseppi, aunque solo tres lo hicieron el lunes y ninguno este martes. “Rusia ha provocado esta situación y también puede ponerle fin”, ha declarado Orpo, citado por la radiotelevisión pública finlandesa. El primer ministro ha agregado que únicamente podrán presentarse solicitudes de asilo en los puertos y aeropuertos del país, y que el 13 de diciembre se reabrirá la frontera o se extenderá el cierre otras dos semanas.
A pesar de la rápida reacción del Ejecutivo finlandés, más de 900 migrantes —principalmente sirios, iraquíes, yemeníes y somalíes— han solicitado asilo en el país nórdico este noviembre, unas 30 veces más que en el mismo periodo de 2022.
Finlandia comenzó a construir el pasado febrero una valla en su frontera con Rusia. La obra, que cubrirá en torno al 15% de los 1.340 kilómetros que separan al país nórdico de su gigantesco vecino, no concluirá hasta 2026. La guardia fronteriza alegó que el muro era necesario para prevenir “la instrumentalización de llegadas masivas” y que ninguna alternativa resulta “más económica ni más efectiva”. Además, en abril se aprobaron unas reformas a la Ley de la Guardia de Fronteras que permiten al Gobierno, en una situación de crisis, cerrar puestos fronterizos sin necesidad de declarar el estado de emergencia.
Refuerzo de Frontex
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La agencia europea de fronteras (Frontex) anunció la semana pasada que desplegará en los próximos días a 50 agentes en Finlandia. “El apoyo va más allá de la logística; es una demostración de la postura unida de la UE contra los ataques híbridos contra cualquiera de sus miembros”, señaló el director ejecutivo de Frontex, Hans Leijtens, en un comunicado.
Finlandia se convirtió el pasado abril en el miembro 31 de la OTAN. Desde entonces, Helsinki ha acusado reiteradamente a Moscú de tratar de ejercer presión con “acciones de guerra híbrida”, principalmente ataques cibernéticos. Jens Stoltenberg, secretario general de la Alianza Atlántica, declaró este lunes que “Moscú está facilitando la llegada de migrantes a Finlandia” y que “la OTAN respaldará a su aliado”.
No es la primera ocasión que Finlandia sufre una crisis migratoria en la frontera rusa. Moscú empleó una táctica similar a finales de 2015, cuando cientos de solicitantes de asilo llegaron a la Laponia Finlandesa y otros miles cruzaron a través del norte de Noruega. Desde 2021 Bielorrusia, el principal aliado del Kremlin, ha forzado a miles de migrantes a permanecer durante meses en las fronteras con Polonia, Lituania y Letonia. Por su parte, Estonia denunció la semana pasada que unos 75 migrantes habían llegado recientemente a su linde con Rusia.
El cierre total de la frontera finlandesa supone una dificultad más para el desplazamiento de ciudadanos rusos a territorio comunitario, que tampoco pueden acceder a la UE a través de los países bálticos ni Polonia, ni volar de manera directa desde Rusia.
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